Todos queremos ser felices y encontrarnos a gusto con nosotros mismos. En cualquiera de los libros de Autoayuda encontrarás al parecer las claves para ser feliz, realizar tus sueños, desarrollar la memoria y dejar al margen el estress y las tensiones. Incluso puede que te vuelva a crecer el pelo, te desaparezca la celulítis o te conviertas en un amante perfecto...
La escritora serbo-croata Dubravka Ugresic, exiliada en Estados Unidos desde 1993, recoge en un ensayo titulado "Esto no es un libro" o en su libro "Gracias por no leer”, las recetas para fabricar un best-seller americano y consigna las terribles afinidades que se dan entre la gestación de dichos éxitos de ventas y las normas prescritas por el llamado realismo socialista de los tiempos de Stalin, que tanto ostracismo, suicidio, muerte y persecución produjo entre los artistas de los países bajo la influencia de la extinta URSS.
En efecto, no sin ironia, Ugresic señala con sagacidad la identidad de fines y de medios formales entre el best-seller europeo o americano actual y los libros que surgieron de aquel negro periodo. Como superobjetivo: el optimismo, el éxito personal, la confianza en sí mismo que destilan los héroes de esas historias americanas y de esos libros de autoayuda que atestan los escaparates. Las afinidades entre los exitos actuales y los soviéticos vendrían dadas no sólo por los fines -la búsqueda y el hallazgo de la felicidad y la victoria personal como faro para las masas laboriosas y donde todo pesimismo y espíritu crítico son rechazados-, sino también por los medios: un realismo chato, acomodaticio, de fácil lectura, que no pretende ningún hallazgo formal (por formalistas fueron condenados muchos de los artistas rusos de entonces).
Así, también hoy en el imperio USA que nos usa, los artistas que no consiguen acomodarse a las exigencias acaban en un gueto: en el del anonimato y la pobreza...
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