lunes, 19 de marzo de 2007

En ocasiones veo caras II

(El rostro de Jesús en una Arepa. El rostro de Jesús en una sartén. El rostro de la madre Teresa en un bollito de anís. La silueta de la virgen en un moderno rascacielos).

Parece ser que se llama pareidolia a la ilusión de que percibamos un estimulo sin sentido o ambiguo como algo definido, ya sea un rostro o un objeto. Nuestro cerebro está preparado y diseñado para encontrar patrones reconocibles hasta donde no los hay y esa búsqueda inconsciente de orden en el caos está probada en la vista.

Investigaciones con recién nacidos han revelado que prefieren como estímulos visuales aquellos que parecen una cara humana; aunque sea una caricatura con dos puntos como ojos, una raya vertical a modo de nariz y otra horizontal como boca. La inclinación de los bebés a reconocer como un rostro incluso lo que no lo es demuestra que esa capacidad es innata.

Los expertos apuntan a que esa capacidad pudo suponer una clara ventaja evolutiva. Es posible que uno de nuestros antepasados viera una mancha amarilla entre la maleza, saliera corriendo por temor a que fuera un tigre y al final se tratara de una fruta. Si alguno no huyó por sistema ante un estímulo de esas características, es muy probable que acabara siendo devorado.

Lógicamente descendemos del que no fué devorado.

Pero al ser un proceso sobre el que carecemos de control consciente, puede derivar en ilusiones y alucinaciones. E incluso como en la entrada anterior, puede derivar en el negocio de unos listillos.

Hemos encontrado algunas imágenes como las que encabezan esta entrada u otras como las que encontrarás si pulsas aquí.

(Y si pulsas en la imagen, podrás encontrarte con un enlace de alguien que ya le ha hallado la utilidad artística).

Tambien hemos encontrado el blog de Gerardo García, que nos da precisas instrucciones para crear nuestras propias caras de Bélmez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por dios... jajaja que bueno, !!! lo del bollito-madre teresa no tiene desperdicio!!!!!
LaOnza