Vista a traves de la ventana. Vincent Van Gogh. Poco conocido entre nosotros, Yves Bonnefoy se rodea de un raro silencio. Conocí su obra a traves de una traducción al italiano, durante un viaje a Florencia allá por los años noventa. Curiosamente a pesar de los años aún no he encontrado una buena traducción al castellano de este poema, lo que me permite, según voy perdiendo el poco italiano que sabía, el hacerme mis propias versiones cada vez más sugerentes del poema.
La luce, mutata
Non ci vediamo più nella stessa luce,
Gli occhi e le mani non sono più gli stessi.
L'albero è più vicino, più viva la voce delle fonti,
E più profondi i nostri passi, tra i morti.
Dio che non sei, posa la mano sulla nostra spalla,
Abbozza il nostro corpo col peso del tuo ritorno,
Compi la fusione delle nostre anime agli astri,
Ai boschi, alle grida d’uccelli, alle ombre e ai giorni.
Rinuncia te in noi come si squarcia un frutto,
E noi cancella in te. Rivela il senso
Misterioso di ciò che è solo semplice
e senza fuoco cadrebbe in parole senza amore.
Yves Bonnefoy escribe sobre el silencio, sobre la luz, estableciendo una cierta complicidad con las miradas a través de la ventana, desde nuestro seguro cuarto. El nos señala donde está el silencio. La inmovilidad.
Yves Bonnefoy (Tours, 1923) Escritor francés. Influido por Baudelaire, Mallarmé, Jouve y Sartre. Su obra poética se caracteriza por su dimensión filosófica (Del movimiento y de la inmovilidad de Douve, 1953; Dans le leurre du seuil, 1975). Es autor de ensayos sobre arte y poética (Un rêve fait à Mantoue, 1967; Le nuage rouge, 1977; La Poésie et l'Humanité, 1984). En 1981 recibió el Gran premio de poesía de la Academia francesa. En los años noventa ha publicado muchas obras y diversos generos, entre las que destacan Entretiens sur la poésie 1972-1990 (1990), Alechinsky, les traversees (1992), La journée d'Alexandre Hollan (1995) y L'arriere-pays (1998).
Le soir.
Rayures bleues et noires.
Un labour qui dévie vers le bas du ciel.
Le lit, vaste et brisé comme le fleuve en crue.
-Vois, c'est deja le soir,
Et le feu parle auprès de nous dans l'éternité de la sauge.
Atardecer.
Rayas azules, negras.
Los surcos que se encaran a la base del cielo.
La cama, vasta y rota como el río crecido.
- Mira, se hace de noche,
Y el fuego a nuestro lado habla en la salvia eterna.
Versión de Andrés Sánchez Robayna
Les chemins
Chemins, parmi
La matiére des arbres. Dieux, parmi
Les touffes de ce chant inlassable d'oiseaux.
Et tout ton sang voúté sous une main rêveuse,
O proche, ô tout mon jour.
Qui ramassa le ferRouillé,
parmi les hautes herbes, n'oublie plus
Qu'aux grumeaux du métal la lumière peut prendre
Et consumer le sel du doute et de la mort,
Los caminos
Caminos, entre
La masa de los árboles. Dioses, entre
El espesor del canto incansable de pájaros.
Y tu sangre enarcada bajo una mano pensativa,
Oh mi luz toda, oh próxima.
Quien recogió en las altas
Hierbas el herrumbroso hierro, no olvida ya
Que en los grumos metálicos la luz puede prender
Y consumir la sal de la duda y la muerte.
Versión de Andrés Sánchez Robayna