jueves, 23 de diciembre de 2010

Miguel Condé encuentra a José Carlos Cataño

No pienses la poesía, hazla. 
No pienses la música, componla. 
No pienses la pintura, píntala.
Pensar en la vida y vivir el pensamiento.

*
Lo que se resiste, déjalo. Como un techo por donde entra todo el aire.
La noche de todas las maneras te acompaña, aunque nunca hayas dado con su palabra.
 *
Si tú vivieras ahora al margen de tus faltas y tus errores. Si yo viviera todavía al margen de mis faltas y mis errores... Pudiera pasarme el resto escuchándote, conociéndote, aprendiendo lo que en vida de ti no fue posible.
 *
Tendría que parar y preguntar: ¿Qué es lo que pasa? Y ya antes de entrar en la pregunta -en esa fuente de ansiedad-, con reparar en que use o prescinda de los pronombres, o que introduzca es lo que, se desata la maraña de las preguntas subordinadas, o bien aisladas, o bien espontáneas y deudoras de un sistema remoto, o bien secretamente concatenadas a la pregunta inicial.
De tal modo que poco antes de cesar el pensamiento para contemplar mi pregunta, sobreviene todo tipo de incertidumbre, y la avidez de saber y la avidez de desentrañar la incerteza; y eso es lo que nos pierde. Lo que nos sumerge otra vez en el océano de la inquietud, del que queríamos, por un momento solo, salir para averiguar por qué sufrimos.
Era mediodía. Las gentes iba por la calle encandilada. Yo sólo quería averiguar por qué bajo el azul sangrante del cielo vivimos en la angustia.

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